20 de enero de 2020
Carlos Alberto Maresca tiene 62 años. Sólo le faltan tres para jubilarse. Es uno de los 10 despedidos que el dueño de Loimar no está dispuesto a negociar para retomar la actividad productiva en la planta del acceso a la Base Aérea.
Maresca tiene un expediente laboral impecable. Lo único que le juega en contra es que lleva apenas 10 años como empleado estable de la empresa y, por lo tanto, es uno de los más "baratos" para despedir.
Es optimista en referencia a la negociación que el gremio de Ceramistas está llevando a cabo con los representantes de la empresa. En los últimos días, los trabajadores pudieron iniciar un diálogo directo con el titular de la firma. Por el momento, este último insiste en que para reabrir la planta la condición es concretar una decena de despidos. Ese punto es el que pretende revertir el sindicato.
Pese a esto, Maresca no pierde las esperanzas. Tiene familia y compromisos económicos que le están generando deudas. El último cobro que obtuvo fue de 6 mil pesos, el 23 de diciembre. Le deben dos quincenas, aumentos, bonos y prácticamente los últimos dos aguinaldos.
Cuando describe su situación económica, resume que anda "a los ponchazos". A los 62 años no puede convivir con la incomodidad de no ser económicamente autónomo. Sabe que a su edad no será sencillo conseguir trabajo nuevamente.
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Datos extraidos de Casas de Hoy