6 de octubre de 2020

Sociedad

Enfrentó a su acosador, en El Tropezón, y le partió el parabrisas

Agustina Cornejo vive en El Tropezón y fue acosada sistemáticamente por un repartidor. El sábado se hartó. Lo enfrentó y le rompió el parabrisas de la camioneta. Cuando fue a hacer la denuncia a la Seccional Segunda, por acoso, una oficial le dijo que debería haber sido ella la "denunciada" por haber atacado a golpes el automóvil del hombre.

Tiene 21 años y vive en la zona del Tropezón, junto a sus padres y sus hermanos. Cerca de su casa hay un mercado donde, diariamente, un hombre mayor lleva el pan con una camioneta de reparto.

Ella conoce al repartidor desde hace muchos años, desde pequeña.

De un tiempo a esta parte, el hombre se ha dedicado a seguirla y decirle cosas en la calle. Ocurrió en más de una oportunidad, pero este sábado, Agustina sintió miedo y hartazgo. Pidió el apoyo de sus hermanas y fue a buscarlo al mercado.

Lo enfrentó, le exigió que repitiera delante de todos lo que le decía cada vez que la cruzaba y la seguía. En un rapto de furia, le rompió el parabrisas de la camioneta de reparto.

En el camino de regreso a su casa decidió dejar constancia de lo sucedido. Llamó a la Policía y pocos minutos después concurría un móvil con dos agentes. La llevaron a la Comisaría Segunda porque a criterio de los oficiales no correspondía la Comisaría de la Mujer.

En la Seccional, la atendió una oficial mujer en la recepción. Le dijo que, en realidad, era ella, Agustina, la que debería haber sido denunciada por agresión, por haber atacado el automóvil.

Agustina se fue de la Comisaría Segunda con una crisis mayor. Se sintió totalmente desprotegida. Decidió dar a conocer su caso en el que se replica una vez más la distorsión cultural que tarda en desaparecer: el machismo asentado y justificado incluso por quienes deberían combatirlo.

Agustina asegura que el acoso del hombre mayor le molestaba pero que nunca había sentido miedo; hasta el último sábado, cuando el hombre la siguió hasta la puerta de su casa. Y a ese miedo se sobrepuso con un ataque de ira.

Asegura que los dueños de la panadería no tienen nada que ver con la conducta del repartidor. De hecho ya lo habrían despedido por este caso. Pero clama para que en circunstancias como la suya las autoridades policiales se pongan del lado de las víctimas y no de los victimarios. "Lo único que le faltó decirme (a la mujer policía) era que me gustaba", contó en Radio Tandil


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