15 de mayo de 2016
por
Juan Perone
La contradicción en el sector kirchnerista aparece como una de las debilidades más importantes del armado: un candidato que hasta ayer no reconocía a sus militantes de hoy y una militancia que no le reconoce con certeza sus valores políticos del movimiento nacional y popular.
En Daniel Scioli convergen las dos lógicas. La de la política y la de la farándula. Es quizá quien mejor maneje esta dualidad
porque desde su adinerada juventud se puso en contacto con el negocio de
la televisión y las revistas del corazón.
Su vida matrimonial fue una prolongación de esta pasarela.
Nació a la política en una época icónica de esta asociación
lícita entre la función pública y los medios de comunicación y el espectáculo. En los 90, se abría una puerta que no se
cerraría nunca más y daría reiteradas versiones de la sorpresa. Sin ir más
lejos, Mauricio Macri también fue el producto de esta conjunción que lo hizo recorrer
etapas de playboy, empresario-dandy, dirigente deportivo y, finalmente,
presidente de
Hoy, envuelto en un torbellino de noviazgo, infidelidad y pedidos de aborto, Scioli vuelve a sintetizar estos ámbitos antitéticos para los más ortodoxos de la política. Lanzó su campaña a senador en medio de un escándalo de romances cruzados y lo hizo en el programa de Jorge Rial.
Pero no lo planteó al estilo habitual de los políticos que utilizan su paternidad para reimpulsar sus carreras electorales (Macri también lo hizo y lo sigue haciendo). Scioli aderezó su paternidad tardía con aliños de infidelidad, peleas y hasta pedidos de aborto.
El hombre se maneja con expertiz en este ámbito complejo y laberíntico de la televisión, los chismes y las historias truculentas de las emociones, pero esto no impide que descoloque a quienes han decidido acompañarlo en su candidatura.
Y no es para menos. Scioli es el candidato del kirchnerismo, un sector del peronismo y otras fuerzas aliadas que se ha caracterizado por su fuerte impronta ideológica en una larga historia política de pragmatismo y convivencias antitéticas propias del Justicialsimo.
Días atrás, pasó por Tandil.
Se reunió con el rector Roberto Tassara, el sacerdote Raúl Troncoso y fue
escoltado a un fugaz mitín político por el conductor de
La incógnita es cómo se conciliarán estos perfiles locales con el perfil del candidato. ¿Cómo conciliará Iparraguire su perfil de militante social comprometido en 2001 y camporista duro hasta hace poco, con el perfil de candidato a concejal de un Daniel Scioli del que todavía muchos recuerdan su justificación de la irrupción de la Dictadura o la reciente posición a favor de la baja de la edad de imputabilidad?
Scioli fue duramente resistido por
Poco después de un año, vuelve a ser el candidato del espacio y con un esfuerzo desmesurado muchos buscan encontrar en Scioli los valores políticos que figuran en sus breviarios cristinistas personales. Algunos argumentan que la desconfianza para con el motonauta desapareció porque ha demostrado ser un soldado fiel a Cristina, pero las contradicciones siguen a flor de piel.
Esta contradicción aparece como una de las debilidades más importantes del armado que se viene: un candidato que hasta ayer no reconocía a sus militantes de hoy (porque siempre jugó cerca del radical Miguel Lunghi) y una militancia que no reconoce en su candidato los valores políticos cristinistas, en particular, ni los valores del movimiento nacional y popular, en general.
Ahora, Scioli regresa a Tandil en medio de un escándalo que podrá servir en su instalación masiva pero, seguramente, en nada contribuirá en una ciudad alérgica a los desaguisados personales. No extrañará a nadie que esta historia "rialesca" continúe con una reconciliación: fotos de romance en Mar del Plata y el candidato tejiendo escarpines, pero no hay tanto tiempo para aplicar la dosis de duranbarbismo necesaria.
Hasta hace poco nomás, para el kirchnerismo "el candidato era el modelo". Y así vació de candidatos el espacio que hoy se tiene que conformar con lo que quedó de la campaña anterior. Hoy caminan detrás de una figura para quien "el candidato es el show mediático" y nadie se atreve a anticipar cómo se resolverá esta historia.
Las encuestas le dan bien a Cristina en la provincia de Buenos Aires pero todo indica que la expresidenta no irá de candidata. En este contexto, CFK volvería a apostar por Scioli (ni Magario ni Insaurralde empardan al motonauta).
El kirchnerismo se prepara nuevamente para militar para un candidato que se siente agrio al contacto del paladar cristinista. En Tandil, el desafío es encontrarle las virtudes que durante la última campaña nunca le encontraron, ni siquiera empujados por la urgencia de la derrota. Y eso no es poco.
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