21 de febrero de 2022
Christian Amezcua
expone en Diagnóstico Médico de Martino.
Lo hará hasta el 19 de marzo y hasta entonces se podrá visitar la
muestra que reúne los más recientes trabajos del artista tandilense bajo la curaduría
de Espacio Nido. Las obras expuestas en
España 82 son parte de su universo íntimo: su casa, los recuerdos de familia,
los elementos cotidianos y el hábitat inmediato. En todas ellas está la marca de agua de Amezcua:
el desafío compositivo y el denodado esfuerzo por no repetirse.
"Son momento
vividos en la casa en la que estoy, que es la misma casa en la que vivió mi
abuela, mi vieja; historias que a mí me representan", explica. Se trata de una
serie en plena evolución que Christian todavía sigue explorando como un minero experto
en detectar yacimientos donde el resto sólo ve un frente liso y compacto.
"Son obras que
tienen un lenguaje realista que de a ratos se fusiona con el simbolismo. La verdad es que no sé muy bien qué cuenta
cada imagen, y quizá nunca logre saberlo; lo que sí puedo decir es que detrás
de cada uno de esos trabajos siempre está mi interés en la composición, en los
claroscuros, en las tensiones visuales, en el 'cómo' de la obra más que en el
concepto o la historia".
En Christian es
evidente la jerarquía: siempre primero la composición, luego el concepto. Por
eso, más que las historias que cuentan sus trabajos, interesa cómo ha resuelto el
problema o el desafío técnico. A lo
largo de su carrera como artista se ha dado esta constante.
Los trabajos de
Amezcua, con los años, han variado notablemente en sus aspectos estilísticos,
sin embargo, entre ellos hay un hilo conductor que pasa por la estructura
profunda de la composición y, lo más importante: obras que funcionan como
puentes pero que no siempre se muestran.
"Hay un conector en
todas mis obras que pasa por la primacía de una línea horizontal, la manera de
componer, la fuerza del color y el impacto tonal, independiente de cómo esté
tratada la imagen y la técnica", explica.
"Puedo decir que tengo series muy distintas entre sí, pero es importante
remarcar que en el medio no hay vacío: pasaron muchas cosas, muchos trabajos
que son clave para lo que vino. No hay
un punto aparte o punto seguido. No hay
punto, definitivamente. Es una línea caótica".
Nadie se mete dos
veces en el mismo río. Amezcua no es el mismo de ayer, menos aún es el mismo de
hace 15 años. "Mi lenguaje pictórico
manifiesta todo lo que ha pasado. Sólo
por dar un ejemplo: cuando estaba con el arte geométrico, tenía una técnica más
tosca, más agarrada y más rígida.
Entiendo que esas maneras coincidían con mi personalidad en ese
entonces. Creo que me he ido aflojando
con el tiempo y en paralelo el lenguaje que uso también lo ha hecho. No puede ser de otra manera", confía.
Lo dicho: los
trabajos expuestos en De Martino son parte de una serie en pleno desarrollo;
son una radiografía de los desafíos que hoy preocupan y ocupan al artista. De ahí el especial atractivo para recorrerlos
y conocerlos.
¿Cuál es la
alarma que le indica a Amezcua es que es hora de virar el timón hacia nuevos
horizontes? La hay duda: la sensación de morderse la cola, de girar en
círculos, de repetirse.
"Me pasa que en
algún momento siento que estoy haciendo obra de más, que me estoy repitiendo y
que al final del proceso la cuenta 'siempre me da'. Es ahí donde aparece mi espíritu evolutivo y
me propongo desarrollar una intervención sobre ese lenguaje en el que venía
trabajando. Ahí ocurren dos cosas. Por un lado, tengo una actitud consciente y
racional de querer cambiar, salir del estado de comodidad, una necesidad
imperiosa de alterar la situación; luego, de qué manera lo voy a alterar no
pasa por la racionalidad y es donde me dejo llevar".
Esos momentos son
los que dan lugar a las obras que no siempre forman parte de exposiciones y
muestras pero que funcionan como bisagras y articulan lo que se va dejando
atrás y lo que está por llegar.
"Creo que lo que más valoro en mí es tener estas ganas de estar en la incomodidad de la búsqueda
porque entiendo que en el cómo vas a desarrollar la obra está el verdadero acto
creativo", admite.
No importa si
Christian pinta la heladera de su casa, una maceta o el juguete arrumbado por un
niño. En esas obras se notará siempre el
desafío de hacerlo como nunca lo ha hecho hasta ahora: ni mejor ni peor,
distinto, siempre distinto. Eso es lo
que Amezcua entiende por evolución y creatividad y eso es lo que él valora de
su personalidad y también valoran los que siguen su trabajo.
Hace ya dos años
que Diagnóstico De Martino abrió sus puertas a los artistas tandilenses. Sin prisa pero sin pausa, con la calidad y el
compromiso que son sello de la empresa, y con el invaluable aporte de Espacio
Nido, decenas de artistas de Tandil han encontrado un sitio apropiado para
llevar sus trabajos. De a poco se ha ido
consolidando como uno de los espacios de arte alternativos más prolíficos de la
ciudad y la presencia de Amezcua ratifica el peso que va ganando en el circuito
local de las artes plásticas.
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Datos extraidos de Casas de Hoy