12 de noviembre de 2018
¿Es el empate un resultado en peligro de extinción? ¿Debería
serlo? Al menos en partidos como el de ayer, una final histórica de
Libertadores en el que nadie pareció irse contento. Por supuesto que River
terminó mejor parado, pero resulta obsoleto ver a dos equipos yéndose con gesto
adusto (algunos genuinamente y los otros, falseándolo por obligación) luego del
primer partido de una serie que tendrá dos, por última vez. ¿Es que acaso nadie
recae en eso? La última definición a dos partidos de la copa en disputa (desde
2019 será a partido único) no tuvo a ningún jugador contento tras los primeros
90 minutos.
El único que ensayó una sonrisa fue Marcelo Gallardo, pero
no estaba en La Bombonera, sino a algunos kilómetros. "Xeneizes" y
"Millonarios" empataron 2 a 2. El director técnico se mostró en un balcón del
Monumental arengando y cantando con los hinchas. En La Boca, nada de eso.
Que no se malinterprete: River y Boca cumplieron en gran
medida toda la expectativa (que fue muchísima) puesta en ese primer partido. La
cobertura fue gigante desde todo punto de vista e incluso hubo que esperarlos
24 horas para verlos en acción, luego del temporal.
Además, todos los goles llegaron para sorprender a los y las
fanáticas de Boca que asistió al estadio y a los espectadores neutrales, lo que
hizo mucho más interesante todo. River comenzó el partido como dominador,
generando situaciones y dejando al descubierto algo que pasaría de los dos
lados: las fallas defensivas. Sin dudas, otro condimento para la final.
En pleno desarrollo de ese escenario, llegó el gol de Ramón
Ábila para Boca ¡y con un doble error de Franco Armani! Doble sorpresa. El
arquero dio un rebote largo y luego opuso poca resistencia.
Y cuando el equipo de Guillermo Barros Schelotto parecía
llevarse puesto a su rival, al toque llegó el gol de Lucas Pratto. River
recuperado, se posicionó mejor en el campo pero ahí fue otra vez la lógica a
parar a la basura. En un tiro libre frontal, llegó el 2-1 de Darío Benedetto,
con más errores defensivos.
Algo muy similar sucedió en el segundo tiempo: Boca salió
con todo para marcar aún más diferencia y ser (¡como debería ser!, sea uno u
otro, claro) el feliz ganador del primer partido. Y cuando menos se lo
esperaba, llegó el gol de River, gracias a un cabezazo en contra de su propia
valla de Carlos Izquierdoz, tras un tiro libre de Gonzalo Martínez.
No habiendo lugar ya para la mala interpretación, queda más
claro el pedido: pese al partidazo, es triste que nadie se vaya ganador.
Tampoco se trata de revolucionar el fútbol. Nadie sabe si los penales serían la
solución para que haya algún ganador, pero el empate queda más viejo y más
injusto para el espectáculo. Sobre todo para una final.
Por lo pronto, hubo que conformarse con este 2 a 2. Todo
está igual que antes de empezar con la anulación de la regla del gol de visitante.
Para colmo, habrá que esperar dos semanas más para conocer al ganador final. En
cancha de River, se sabrá cuál es el campeón de América (del mundo según
algunos periodistas). El primer partido ya pasó a la historia. Y fue un empate. (NA)
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Datos extraidos de Casas de Hoy