Denuncia. Infarto, muerte y una ambulancia de Usicom que no llegaba

Pero el destino de Luis podría haber sido otro.  Vivir, tal vez.  Recuperarse de una dolencia en una cómoda cama del Hospital.  Recibir medicación y volver a los pocos días al reparo de una cálida familia.

Los últimos minutos de vida se agotaron esperando una ambulancia que tardó demasiado en llegar.  Florencia Rueda, su hija contó la dolorosa espera.  Y después, bastante después, contaría públicamente ese calvario eterno.

La trágica historia familiar empieza con una descompostura y un indicio de infarto de Luis. La esposa llamó por teléfono a USICOM Emergencias Médicas por recomendación de Dar Salud, el servicio de atención médica contratada por la familia.

"Quien la atiende comienza a requerirle a una serie de datos sobre mi papá.  Mi mamá trataba de aportar entre ruegos de que apuraran la ayuda.  Mi papá estaba sufriendo un infarto", contó luego.

En la vorágine del momento, la madre le pide desconsoladamente a la operadora de Usicom que postergue la planilla de datos hasta después del arribo de su marido a la Guardia.

La operadora se mantiene en el protocolo de la empresa que forma parte de la Usina de Tandil.  Mientras tanto, los segundos pasan y Luis agoniza tratando de guardar cada uno de sus alientos.

La situación se va corriendo hacia el signo de una burla macabra.  No hay ruego que evite la secuencia fría e inalterable de la burocracia. Datos. Datos. Datos.

Esta situación inverosímil no termina ahí.  La ambulancia no llegaba.  Pasaban los minutos -y la vida de Luis- pero la ambulancia estaba lejos de la casa de la tragedia. Lejos de esa casa donde la esposa de Luis aguardaba en la vereda por la sirena que no llegaba.

Llamaron por segunda vez.  Y también llamaron el 101.  En la desesperación total no hubo  reparos en los números de emergencia.  La Policía le ofrece ayuda y le recuerda el 107 del Hospital.  Allí va dirigida la tercera comunicación. 

"Fue entonces que me comunique al 107 y lo único que me requirió la operadora fueron las calles paralelas a mi casa. La ambulancia de USICOM y la ambulancia del Hospital Ramón Santamarina, llegaron casi al mismo tiempo, con 1 minuto de diferencia", contó después Florencia para marcar la diferencia de reacción.

La hija de Luis se lamenta de no haber llamado antes al Hospital.  Antes que a la empresa privada que el prejuicio de época la pone por encima del servicio estatal en eficiencia y buen trato.  Pero ya es tarde.  Luis está muerto y nadie se atreve a elucubrar lo que hubiese pasado.

Ya es tarde.  Como tarde llegó la ambulancia que estaba para lo contrario. Para no llegar tarde.  Para las emergencias.  Para el tiempo que se agota y por el que se escurre una vida.

"Llegada la doctora, en lugar de atender a mi padre comienza a hacer una serie de preguntas que presumo también formaba parte del protocolo. Requerí a la médica la urgente atención de mi papá pues se estaban perdiendo segundos preciosos para su vida. Ya era tarde? mi padre había fallecido", explicó Florencia.

"En el informe dejado por la médica escribe haber contenido verbalmente a familiares. No solo esto no fue así, sino que estimo que en una urgencia médica, como dice ser USICOM, no está para contener verbalmente sino para acudir y actuar urgentemente", concluyó.