29 de septiembre de 2020
Liliana retiró a su suegra del geriátrico Las Flores antes de que lo clausuraran. Había notado demasiadas irregularidades y tomó la decisión de trasladarla después de tres meses de residencia en el lugar. Cuenta que su suegra le decía que pasaban hambre.
"Este miércoles, a las dos de la tarde, vamos a hacer una marcha, desde donde estaba el hogar hasta el Municipio, para pedir la detención preventiva de esta chica. No puede estar en la calle. Lo que ha hecho es gravísimo: matar a los abuelos de hambre cuando se les llevaba comida", anticipó.
"A mí jamás me llamaron del Municipio y la verdad es que yo lamento que no me hayan avisado antes. Alguien dice por ahí que tenía 17 denuncias en los últimos 3 años. ¿Cómo en 3 años nadie la encontró? ¿Tan grande es Tandil? Estuve leyendo una nota donde se decía que el Municipio debía inspeccionar y avisar a las familias para retirar a la gente. Si yo no le hubiese creído a la abuela y no la llevaba de ahí, nadie me dice nada".
Liliana vio irregularidades, cambios de ropa, videos grabados donde los abuelos insistían en contarle a sus familiares que estaban muy bien, pedidos de té, leche y alimentos básicos por parte de su suegra, y ante todo eso decidió trasladarla. No sólo eso. Se comunicó con otros familiares y les sugirió hacer lo mismo. Todo esto, antes de que el Municipio entrara en escena.
¿Qué vio Liliana?
La suegra de Liliana arribó al hogar "La Flores" hace tres meses, aproximadamente. "Como en ese momento estábamos en cuarentena, lo único que pude ver cuando la llevamos fue la habitación de los hombres. Estaba muy ordenada, a lo mejor porque sabían que yo iba a ir", contó Liliana en Radio Tandil.
"Entré una o dos veces más a llevarle ropa. Después ya no entré más. De todas maneras, iba día por medio y le hacia mi visita por la ventana. Siempre estuve marcando detalles, como que la veía mucho en silla de ruedas y ella tenía que empezar a levantarse. Después vi que tenía ropa ajena, u otras abuelas ropa de mi suegra. Yo le marcaba estos detalles a Florencia y siempre la culpa era de la empleada nueva o que no se habían dado cuenta. Yo siempre fui atando cabos, lo que nunca me imaginé es que me iba a enterar de las cosas que me fui enterando después del martes", detalló.
"El lunes 21 yo fui a hacer mi visita, a llevarle unas cositas y había un muchacho retirando el dispenser y los bidones de agua. Estaba cansado de que no le paguen y no le atendieran el teléfono y se iba a llevar todo. El muchacho entró, se llevó el dispenser y varios bidones vacíos. ¡Andá a saber desde cuándo no tenían agua de bidón. Eso me impactó mucho, porque si no tenían agua..."
"Cuando iba, la abuela me sabía encargar leche o té. Ella escucha poco, por lo que alguien tenía que estar con ella para transmitirle lo que yo le decía a través de la ventana. Entonces la empleada decía que sí tenían. "A bueno, perdón", decía la abuela. Al otro día me decía que no había pan, y yo pensé ¿qué le pasa a la abuela? Me mortifica porque no siempre le creí, y a todas las familias les pasó más o menos lo mismo", añadió.
Liliana cree que los abuelos "tenían que decir que estaban bien". "Tuve mis sospechas en una videollamada que me hicieron, porque la abuela antes de saludarme me decía que estaba bien y me lo decía rápido. Yo conozco su forma de hablar. Le dije a mi hija: ¿me parece a mí o esto está armado? Parecía dudoso. Sumé esto a lo del agua y me puse a buscar otro lugar".
"Hablé con mis hijos y les dije que era el último día que la abuela iba a estar en el hogar. El martes a la mañana encontré otro lugar. En el trayecto, de un hogar al otro, la abuela me dijo que no comían, que el té era lavado, que en alguna ocasión a alguien se le escapó que les daban agua con cacao porque era lo que había tirado en una alacena. Yo no me podía quedar sabiendo que los abuelos tenían hambre. Hablé con algún otro familiar y les dije: investiguen porque acabo de sacar a mi abuela", relató una de las personas que mañana pedirá que detengan a la dueña del hogar clausurado.
"Después se destapó algo que no te puedo explicar. Cuando la observaron en el otro hogar, la abuela tenía un derrame en el ojo, producto de algún pico de presión. Tenía 315 de diabetes -que si alguien entiende, es un montón-. Se olvidaron de que el medidor de diabetes tiene memoria y encontramos una medición de 540. Supongo que debe haber sido el día en el que la abuela me dijo: 'ahora estoy mejor'. Yo le pregunté a qué se refería con 'ahora' y me dijo que el día anterior había estado con vómitos y diarrea. '¿Cómo nadie me dijo?' le pregunté a Florencia y me dijo que habían cambiado la marca de la leche y había dos o tres abuelos así, pero ya estaban bien. Nunca me avisó que la abuela estaba mal y supongo que es ese día de 540 de diabetes, que no figura en ninguna planilla".
"También tiene un moretón en la cola, que no sabemos de qué es ya que no todos se animan a contar mucho. Supongo que con el correr de los días se van a atrever a contar. La abuela dijo que a veces los trataban bien, pero que a veces muy mal. Tiene 92 años. Hay muchos testimonios que empiezan a aparecer", advirtió Liliana.
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Datos extraidos de Casas de Hoy