1 de septiembre de 2020

Sociedad

Tatuajes sanadores: "El camino a la felicidad es a veces el que menos esperás"

Cuando nos vemos en el espejo ¿nos sentimos bien? No hablamos de unos kilos de más o detalles. Hablamos de algo traumático que te dejó una marca y que cuando la ves, te lo recuerda.

Todos sabemos de alguien que ha tenido un accidente, una quemadura o perdió una mama en una intervención oncológica. Sabemos por ellos que es un proceso que lleva el dolor, resignación, aceptación y luego evolución.

Los tatuajes sanadores han venido a cubrir un papel fenomenal: encontrar la posibilidad de que la herida se convierta en otra cosa, en un detalle estético; algo que cuando lo veas, te guste.

Lali Juárez, es la representante de Mandinga Tattoo, el espacio de Diego Mandinga donde nació la idea solidaria de dar una mano, ayudar a tatuar sobre heridas, cicatrices, quemaduras, y cambiar definitivamente la calidad de vida de esa persona. Habló con Rodrigo Revillo en "De vuelta Revillo", en Radio Tandil.

-¿Por qué, para vos, el tatuaje ha sido sanador, Lali?

-El 25 de febrero de 2010 tuve un accidente doméstico. Se me prendió fuego una campera haciéndome el desayuno y a causa de eso tuve quemaduras de tercer grado en el 30 % del cuerpo. El pecho completo y la mitad de ambos brazos.

La pasé realmente muy mal, estuve muchos meses internada con rehabilitaciones y casi dos años sin salir a la calle por el miedo y la vergüenza que produce una quemadura, en este caso, tan grande.

Después de muchos años del proceso de aceptación y aprender a convivir con mis cicatrices, empecé de a poco a vincularme de a poco con el exterior, volver a salir. Pero siempre absolutamente tapada. En invierno y en otoño podía sentirme un poco más libre porque con el frio uno se cubre más.

-Estabas muy afectada...

-Obviamente, cuando pasás algo tan traumático, más allá de que te afecta el exterior, lo que más te afecta es el interior, porque es como que sentís que no sos la misma persona, y es un proceso muy difícil.

-Me quedé con un posteo tuyo que lo compartimos de nuevo, que es verte el cuerpo quemado, y vértelo tatuado ahora. Todos nos fijamos en tu piel pero vos te fijabas en tus ojos. Realmente tenías ojos tristes y ahora tenés una sonrisa y unos ojos que son un sol.

-La persona que no sufrió lo que yo sufrí, lo primero que ve es el tatuaje, pero a mí, que convivo conmigo misma a diario, me llamaron muchísimo la atención las expresiones faciales, que eran completamente distintas porque claramente era otra persona.

-¿Cómo tomaste la decisión? ¿Te buscó Mandinga?

-Mis primeras sesiones no las hice en Mandinga. Me tatué con otro tatuador y todo empezó por Instagram. Nos encontramos con fotos de la hija de Marcelo Tinelli, Candelaria, y la mamá de mi amiga me dice: tatuate. Ella me lo propone y cuando ella me lo dice, yo le dije: "No es posible".

Hasta que empecé a investigar que existían estos tipos de tatuajes, fui a muchos tatuadores. Me decían que no se podía tatuar y yo, obviamente, era una inexperta en el mundo del tatuaje.

Luego encontré uno que sí estaba dispuesto y empecé dos sesiones con él. En un posteo que hizo Mandinga Tattoo -yo empecé a seguir páginas de tatuaje- compartieron un tatuaje sanador. Yo comente y así ellos se comunicaron conmigo y empezamos esta relación que terminó siendo como de familia.

-¿Duele más que el tatuaje común? Seguramente te habrás tatuado a esta altura en algún lugar donde no te hayas quemado.

-Como dice mi tatuador, Eddie, la piel de los quemados es una lotería, y la verdad es que tiene razón. En algunos lugares no tengo sensibilidad para nada, no siento nada; en otros lugares, en cambio, siento lo mismo que en una piel sana; y en otros lugares duele mucho. Pero yo siempre me mentalicé para decir que este dolor lo transito porque sé que este dolor va a ser la hora que dure la sesión de tatuaje y después la satisfacción va a ser para toda la vida. A mi, realmente, me cambio la vida. Me cambio más allá de la imagen exterior. Yo empecé a ver la vida de otro modo y eso es lo que trato de compartir.

-¿Cuándo lo notaste? ¿La primera vez que saliste con una musculosa, por ejemplo?

-Sí, eso fue hace relativamente poco. Yo empecé a tatuarme hace dos años y esos procesos del tatuaje, donde yo sentía el cambio de ir poniéndome remeras con mangas más cortas, era como un satisfacción de volver a vivir y de normalizar cosas que tenemos tan normalizadas. Como era comprar una remera y decir 'me la llevo puesta' y no estar pensando en que la tenía que modificar o cosas así.

-Los chicos de Mandinga también hacen tatuajes sanadores, particularmente, para aquellas que también perdieron una teta en contexto de cáncer de mama ¿Querés contarnos un poco?

-Ellos tienen el "Club de las tetas felices", se llaman así, en los que a pacientes oncológicos, tanto hombres como mujeres, porque los hombres también tienen cáncer de mama, se les tatúan de manera gratuita sus aureolas mamarias, se hace una reconstrucción.

El cambio que produce en las mujeres es terrible; y también en los hombres, porque la mujer pierde su feminidad, se siente como desexualizada pero en el hombre también es muy movilizante. Las mujeres nos ponemos una bikini y no se nos ven, salvo en una situación de intimidad. En cambio en el hombre, para ir a la playa o cosas por el estilo es algo también muy traumático. Ver esa transición de cuando entran y salen de la sesión de tatuaje es increíble.

-Uno pensaría el varón anda con el torso desnudo de toda la vida y que culturalmente estamos acostumbrados, sin embargo ,el varón cuando sufrió cáncer de mama y una extirpación, no la pasa bien.

-Exactamente, es increíble ver lo que hace la trasformación de un tatuaje sanador en la vida de la persona, más allá del exterior, en el interior.

- ¿Tenés una carrera de modelo ahora?¿Era tu idea?

-Pero yo no soy modelo... (risas)

-Bueno, te invitan a programas, te lucís, sos la marca, de alguna forma.

-Yo siento que más que ser una modelo puedo dar testimonio de vida. Nunca pensé que se iba a viralizar en la manera en la que se viralizó; no imaginé que tanta gente iba a empatizar y sentirse tocada.

Eso es lo más importante para mí. Yo predico que se puede cambiar y a través de mi experiencia trato de ayudar a la gente para decirle que se puede seguir adelante, sea cual sea la situación.

No solo me escribe gente que se quemó. Me escribe gente que tuvo accidentes y eso es súper movilizante, porque yo nunca creí que trasmitiendo mi ejemplo la gente iba a sentirse identificada y empatizar para buscar una salida. Esas cosas son hermosas y me hacen muy feliz.

Lo importantes es que aprendí a aceptar las cicatrices que van a convivir conmigo. Siempre digo que mi accidente fue lo peor que me pasó, pero la verdad es que me dio cosas hermosas y ahora me estoy replanteando si realmente fue lo peor que me pasó. No sería la persona que soy sin mis marcas y a veces digo 'por qué las odiaba tanto y ahora me hacen ser quien soy'.

-¿Te gustas más ahora?

-Sí, completamente. Me gusta la persona que soy así que eso me hace muy feliz.

-Aquellos o aquellas que puedan encontrar la necesidad, ahora leyendo la nota, de decir 'yo necesito un tatuaje sanador' ¿Cómo hacen?

-Pueden escribir en Instagram (@juarezlali) o en los Instagram de @mandingatattoo. Ahí les van a poder dar todo tipo de información. Los esperamos. El camino a la felicidad es a veces el que menos esperás.

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