Aguafuertes tandilenses

Aguafuertes tandilenses. Alguna vez fuimos hippies

por
Mariana Rodríguez

Sí, así fue, tiempos dorados de juventud, paz amor y rock n' roll. Tiempos en los que felizmente aún estábamos todos.

Cuando nació mi hija mayor, hace 34 años, éramos vegetarianos. Si algún amigo nos invitaba a comer un asado todos nos miraban con pena, nos preguntaban si estábamos en una secta o enfermos, o si había sido una promesa; nadie entendía bien por qué no podíamos disfrutar de una buena parrillada y conformarnos sólo con la ensalada, el pan y el helado del postre. Éramos como bichos raros.

De entonces queda en mi hija mayor conservar aún la costumbre. Después, como dicen, "pasaron cosas". Hacía diez años que alguien le había disparado a John Lennon causándole la muerte. Luis Alberto Spinetta seguía sin perder el camino editando "Peluson of Milk", Pink Floyd llenaba de música mi casa y llegó Inés, mi segunda hija, carnívora desde que dejó la teta. Sí, Inés siempre fue carnívora y para ella era un suplicio no comer carne, aún lo sigue siendo, tanto que de chiquita se robaba, de la heladera mi madre, pedazos de carne picada cruda que se comía a escondidas.

No tuve otra alternativa, tuve que incorporar nuevamente la carne al menú familiar para evitar que mi hija asaltara a mano armada la carnicería de Juan Guerrieri.

Cuando nació la tercera de mis hijas, un año y medio después, el menú era mixto, a elección, y la música también. Duras épocas menemistas que dejó al jefe de familia sin trabajo e hizo que yo saliera a parar la olla. Mi marido se convirtió entonces en amo de casa: cocinar, lavar, planchar y ocuparse de las chicas, que 30 años atrás no era para cualquier macho que se preciara de tal, pero creo que eso nos salvó... haber seguido siendo un poco hippies, de libre pensamiento, de costumbres relajadas y entonces la casa se llenó de chiquititas, bandanas mezcladas con Clapton y los backstreet boys, tirar penales en el patio y coleccionar figuritas de autos clásicos, el autentico yoyo russelll, en lugar de princesas y peluches; todo lo tuvimos que negociar democráticamente.

Todavía conservo la foto de Lennon en un portarretrato, el que indefectiblemente se pone junto al arbolito de navidad todos los 8 de diciembre, fecha de su muerte y sobre el que las chicas nunca repararon especialmente, porque pensaban que ese señor de anteojos podía ser algún pariente lejano que en realidad no conocían. Todavía pido la ensalada en los asados de las casas de amigos aunque ahora ya no me preguntan qué me ocurre. Todavía creo que fue una época maravillosa a pesar de la dureza del neoliberalismo reinante aunque sé, que "mañana es mejor". Todavía escucho al flaco cantar "Seguir viviendo sin tu amor".


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